Tuesday, September 20, 2011

El futuro según la cuentera

Cuando yo sea vieja les diré a mis nietos, bisnietos y a sus amigos, y a toda aquella gente joven cuyos nombres no sabré pero que habrán de cruzarse a mi paso, a ellos les diré que la vida es linda. Y que Julio Iglesias tenía razón. Y si la memoria me da, con voz temblorosa, esta voz que supo decir versos en las plazas, dar discursos en actos públicos -sin micrófonos- y cuando hizo falta supo arengar al apático y al indeciso y simuló calma sobrenatural cuando presentó  irreverencias y sugirió cursos diferentes, quebrada por los años, pero intacta ante  los infortunios ylas esperanzas, cantaré bajito:

Ya ves que todo pasa,
quién diría
ya ves que poco queda por contar
apenas los recuerdos
momentos que no vuelven nunca más.
Y tal vez, a fuerza de unir corazones, la Negra Sosa, Facundo Cabral, María Elena Walsh y Don Ata inventen desde el más allá, nuevas estrofas para un mismo canto, que pondré por escrito para que las entonen generaciones nuevas. Canciones para quienes quieran alimentar verdades  y tolerancias. Y yo, cuentera vieja, también les diré que había una vez un grupo de cuerdos locos y que de tanto amar la vida allá por el  2011, decidieron juntar bajo el mismo cielo historias y esperanzas. Y les diré que fue una noche mágica. Me preguntaran ellos si fuimos muchos…haré una pausa...entonces, como buena cuentera vieja y con una gracia inusual que me habrán enseñado los años les diré:
Esa noche fuimos cientos. No recuerdo cuántos llegaron. Pero fuimos cientos... Lo esencial, después de todo,  había dicho Saint Exupery, es invisible a los ojos.

Sunday, September 11, 2011

Puro cuento

Cuenta la leyenda que casi al mediar la década de los ochenta  en las potestades de  los aires se liberó un hechizo que afectaba a jóvenes  de quinto año de una escuela muy popular situada en el histórico San Miguel de Tucumán.  Y nuestra promoción formó parte del encantamiento.
El presagio era simple, pero algo misterioso.  El conjuro sostenía:
 “Los lazos de amistad más fuertes serán, de todas partes llegarán, cada cual su alma tendrá que librar”.
Las dos primeras partes no necesitaban explicación. La tercera sin embargo, requería asistencia de especialistas. Entonces nos convocamos Cristina Juárez, Liliana Boloña, Mónica Cabral y Edith Triviño para descifrar el dilema. Mónica, elegida por su relación con la cábala y la buena onda. Edith porque encarnaba el cumplimiento de la primera y segunda parte de la profecía, ya que había venido de lejos (…de todas partes llegarán) y su amistad se había redoblado en esos días. Cristina, parte del equipo  por su  fe inquebrantable. Y Liliana porque podía mantener la cabeza fría aun ante las presiones más altas.
Cada quien hizo su investigación y su consulta. Y nos juntamos en lo de Pedro a descifrar el enigma.
“De todas partes llegarán” significa, pues, que es una generación esparcida como las estrellas por la infinidad del firmamento. Y significa también que vendrán quienes inicialmente no vendrían. Apuntó sin vacilar Liliana sosteniendo la mirada fija sobre las pupilas de Mónica.
La segunda en hablar fue Edith que largó sin titubeos que ‘llegarán’ era un expresión abierta al futuro y que no había que centrarse sólo en esta ocasión. Nos pareció lógico y nos agrandó las expectativas más allá de octubre.
“Cada cual su alma tendrá que librar” dijo Cristina quiere decir que cada cual tendrá que vencer obstáculos para llegar. A esto Mónica le agregó que ‘cada cual’ debía verse como una reflexión personal y que cada experiencia en la decisión de asistir al reencuentro sería única.
 “Su alma tendrá que librar”  tiene un doble sentido dije sin parpadear. Liliana me seguía de cerca cada palabra, ayudándome a decir la pura verdad. Parecía que con sus ojos pudiera leerme el alma y las ideas.

"Librar tiene un sentido interno y otro externo, y un sentido de liberar y de liberación. Todo eso se conjuga en un antes y un después  del reencuentro y todo el proceso implica el coraje de librar una batalla. En otras palabras, para que se logre el reencuentro, cada cual deberá batallar para desatar la posibilidad de sumarse. Y esto afectará lo más íntimo de las personas, por eso habla de alma".
Hubo una pausa brevísima. Como dejando al silencio sellar nuestro descubrimiento. Mónica, para variar, levantó ambos pulgares diciendonos, perfecto, me gusta, todo está en orden. Nos sentíamos diferentes por dentro. Estábamos por salir cuando llegaron Luis y Celina. Traían en las manos unos documentos que acababan de firmar para el festejo.
¡Viene Débora de Buenos Aires,  Cacho de Córdoba y Nancy de Ushuaia! dijo Luis con el entusiamo que lo caracteriza.
-Sí; sabemos-, dijo Liliana. "Saber" quería decir, intuir, adivinar, creer en el cumplimiento del conjuro.
-Y hay más- retrucó Edith, -sólo que está cada cual, librando su batalla-.

Los sobrinos de Pedro nos miraban entre callados y sospechosos de nuestra cordura y adultez. El más chiquito entre ellos, me preguntó si el resto del grupo eran mis mis hermanos. Iba a decirle que no, quise decirle que sí, entonces me acordé de lo lindo que es el castellano:

-Amigos, somos amigos, a veces es como ser hermanos...dije  articulando cada letra, como intentando grabarla en su mente.

El sexteto reía. "Los lazos de amistad más fuertes serán"... La profecía ya se estaba cumpliendo. Tal vez por eso, siendo los mismos, nos sentíamos diferentes.

Corría el 2011, y lo que les acabo de contar, si creés, no es puro cuento.

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Aquí ya se está empezando a ver una que otra hoja amarilla. Falta menos de un mes. Parece que va a estar haciendo calor por los pagos del Tucumán. De todas maneras siempre hace calor en Tucumán, no sería de asombrarse. Si seria de asombrarnos que no se cumplieran las profecías seculares que circulan por ahí.

Sunday, September 4, 2011

Días de arena y días de mar

Por Marcela A. Chaván


No puedo imaginar la secundaria y mi apellido sin signos de puntuación. “Chaván” a secas, no evoca nada. Pero ¡Chaván! ¿Chaván?  Y ¡Chavaaaán!  Claro que sí.
Victor Medina, para quienes lo recuerdan, solía decirme con esa voz grave, casi radial que tenía:
-La próxima vez que te llamen por el apellido preguntales si no quieren tu número de documento. Hay que acostumbrarlos a que están tratando con personas, no con reos.-
La idea me gustaba, pero había que tener la sutileza y el tacto refinado para una ironía de tal calibre. No me animaba porque sabía que al abrir la boca me saldría el tonito abiertamente hostil,  como iniciando una guerra. Además ya me habían advertido:
-A usted Chaván, esto del centro de estudiantes, le va a costar el año.-
 Así que no. Mejor no. Después de todo era divertido escuchar a los traviesos entonar con la música de la Pantera Rosa: “Chaván, Chaván, Chaván, Chaván, Chaván, Chaván, Chaván, Chaváán” cuando entraba a un curso. Y así podría ir a cobijarme en esa suerte de amparo que da la solidaridad entre bohemios y solitarios. 
La primera vez que vi a alguien entrar  mi curso para hablar a los estudiantes  fue entre abril y junio del 82. Eran dos chicas, de quinto…Dos, pero una sola era la que hablaba. Nos dijo algo sobre Malvinas, guerra, soldados, reclutas, frío, soledad, patriotismo, apoyo. Escribí una carta y dibujé una bandera y laureles los costados. Al centro, como tapando el sol, el perfil de un soldado. Firmé con mi nombre y apellido.  Otros mandaron chocolates y bufandas. Multitud de gente y banderas en la plaza de mayo, y una arenga que se hizo histórica: "Si quieren venir, que vengan".  Yo pegada al televisor consumía manipulación sin anticuerpos...

-¿Qué estás mirando?
-El patriotismo, papá. ¡Mirá la gente, impresionante!
-¡Chela! ¡Eso no es patriotismo!

Por supuesto que no lo entendí. No mucho se entiende a los padres a los trece. Menos un país. Eran días de arena.
Formábamos en el patio de central, rodeados por los de tercer año arriba y por los de cuarto al frente. Los de cuarto quedaban frente al mástil para la admiración de los de primero quienes veíamos en ellos nuestra proyección, el cómo podríamos ser en unos años: chicas con cabello teñido, rizos escandalosos, reflejos estridentes, varones de pelo largo, más bien un poco crecido, el nudo de la corbata desbaratado, con barba de media noche insinuando una masculinidad  que literalmente les afloraba en los poros. Ellos habían reemplazado "la perdida perla austral” con “la gloriosa perla austral” en la canción de Malvinas, y ponían la mano en el pecho al cantar, gesto que tendíamos a imitar con cierta timidez, mirando de reojo a ver si la del lado hacía lo mismo…. Días de arena.
Desde entonces lucho por recuperar la fe en liderazgo argentino, y que se nos reveló tan abruptamente con tantas variables, variantes y versiones cerca de un 14 de junio, cuando  vencidos oficialmente, se  vino en picada en régimen militar y se publicó "Nunca Más" para vergüenza mundial.  Días de arena.

Luego vino la democracia y al tiempo, el juicio a la junta y luego los indultos. Los paros y los carapintadas. ¡La mano de Dios, y ganarle a los ingleses! La Tablada y la hiperinflación del 89.  El 1x1 y el efecto Tequila. Cabezas, Yabrán y no los voy a defraudar. El corralito y el cacerolazo. Cromañón y Candela. Y esas ganas de gritar que te devuelvan el país y las esperanzas. Para colmo, River en la B, Independiente con mala racha. Y en medio de eso, levantar la frente en alto y ser. Florecer en pleno desierto. Días de arena.
En el 2001 cuando estalló lo De la Rua, había un comercial con la bandera argentina que decía algo así como: "Mirala y decile que no la querés". El comercial me provocaba: querer en relación a la patria traía, para mí,  temas muy manoseados. Temas con los que venía forcejeando ya por años a cuesta de vivir en un auto exilio, con todos los intercambios -pérdidas, ganancias, préstamos y adopciones-  que eso implica. Temas de nuestra historia. Y digo "nuestra" porque una se puede ir del país, pero el pasado ligado al suelo de la infancia no conoce otro lugar que el alma misma y es allí donde radica, generalmente como recuerdo, como evocación distante pero muy real. Tiende a diluirse, a olvidarse, a desvanecerse. Pero está.  Como los caleidoscopios que vendía  Ta Te Ti, he descubierto que con las vueltas de la vida podemos tomar diferentes formas y ser. Y que hay cuestiones históricas que amplían decisiones, confirman destinos, liberan rumbos y fomentan andanzas. Seguridad, patria, oportunidad, carácter federal, poder, ley, transparencia, terruño, proyecto de país, gobernabilidad, futuro, familia, ideologías, oposición,  comunidad, pasado, economía,  dirigencia, identidad, valores, nacionalidad, lealtad, justicia, corrupción...Puertas o cadenas, los veinte y pico ardían en mis venas y me fui. Días de arena.  Caleidoscopio y crucigrama. Y el arte de florecer en pleno desierto.

"Mirala y decile que no la querés", es una pregunta incompleta, manipuladora. La que fui y soy, no puede reconocer sentimiento patrio en abstracciones fundamentales para el desarrollo y realización del ser humano. La que subscribe, con nombre y apellido, entiende patria en los afectos. Por eso puedo reconciliar tensiones y pertenecer. Por eso voy a cruzarme el continente para verlos en octubre. Porque rehúso a ignorar continuidades que nos hermanan e identifican hiladas por el amor y el azar. Y porque hay algo mágico en el ver y vernos. No de casualidad, la corona final del cristianismo es la promesa a sus fieles de ver cara a cara a Jesús en gloria. Los que secuestran y extorsionan también saben esto, sus amenazas y advertencias casi siempre incluyen el "volver a ver", "ver con vida"  al ser querido. Y para vernos tenemos que ser al menos dos. Por eso voy. 
-¿Y a usted le parece bien, eso, Srta. Chaván? ¡Que las mujeres jueguen al fútbol!-
-Me parece bien, dije, que celebremos la alegría que nos da esta etapa, que festejemos ser estudiantes.
-Ay Chaván, por favor, no me haga reír- Tiene toda la vida para festejar ser estudiante con jueguitos, debería hacerlo de un modo más productivo, más adecuado.
Mentira. No sé vos. Trabajo desde los catorce y jugar de vez en cuando, viene bien. Y por eso también voy. Porque me sobra obligación y me faltan descansos y porque anticipo la alegría de encontrarme conmigo misma -que es encontrame en vos- en la pausa y en la risa, ocasión imperdible para saciar con un minuto de mar, interminables días de arena.