Sunday, September 4, 2011

Días de arena y días de mar

Por Marcela A. Chaván


No puedo imaginar la secundaria y mi apellido sin signos de puntuación. “Chaván” a secas, no evoca nada. Pero ¡Chaván! ¿Chaván?  Y ¡Chavaaaán!  Claro que sí.
Victor Medina, para quienes lo recuerdan, solía decirme con esa voz grave, casi radial que tenía:
-La próxima vez que te llamen por el apellido preguntales si no quieren tu número de documento. Hay que acostumbrarlos a que están tratando con personas, no con reos.-
La idea me gustaba, pero había que tener la sutileza y el tacto refinado para una ironía de tal calibre. No me animaba porque sabía que al abrir la boca me saldría el tonito abiertamente hostil,  como iniciando una guerra. Además ya me habían advertido:
-A usted Chaván, esto del centro de estudiantes, le va a costar el año.-
 Así que no. Mejor no. Después de todo era divertido escuchar a los traviesos entonar con la música de la Pantera Rosa: “Chaván, Chaván, Chaván, Chaván, Chaván, Chaván, Chaván, Chaváán” cuando entraba a un curso. Y así podría ir a cobijarme en esa suerte de amparo que da la solidaridad entre bohemios y solitarios. 
La primera vez que vi a alguien entrar  mi curso para hablar a los estudiantes  fue entre abril y junio del 82. Eran dos chicas, de quinto…Dos, pero una sola era la que hablaba. Nos dijo algo sobre Malvinas, guerra, soldados, reclutas, frío, soledad, patriotismo, apoyo. Escribí una carta y dibujé una bandera y laureles los costados. Al centro, como tapando el sol, el perfil de un soldado. Firmé con mi nombre y apellido.  Otros mandaron chocolates y bufandas. Multitud de gente y banderas en la plaza de mayo, y una arenga que se hizo histórica: "Si quieren venir, que vengan".  Yo pegada al televisor consumía manipulación sin anticuerpos...

-¿Qué estás mirando?
-El patriotismo, papá. ¡Mirá la gente, impresionante!
-¡Chela! ¡Eso no es patriotismo!

Por supuesto que no lo entendí. No mucho se entiende a los padres a los trece. Menos un país. Eran días de arena.
Formábamos en el patio de central, rodeados por los de tercer año arriba y por los de cuarto al frente. Los de cuarto quedaban frente al mástil para la admiración de los de primero quienes veíamos en ellos nuestra proyección, el cómo podríamos ser en unos años: chicas con cabello teñido, rizos escandalosos, reflejos estridentes, varones de pelo largo, más bien un poco crecido, el nudo de la corbata desbaratado, con barba de media noche insinuando una masculinidad  que literalmente les afloraba en los poros. Ellos habían reemplazado "la perdida perla austral” con “la gloriosa perla austral” en la canción de Malvinas, y ponían la mano en el pecho al cantar, gesto que tendíamos a imitar con cierta timidez, mirando de reojo a ver si la del lado hacía lo mismo…. Días de arena.
Desde entonces lucho por recuperar la fe en liderazgo argentino, y que se nos reveló tan abruptamente con tantas variables, variantes y versiones cerca de un 14 de junio, cuando  vencidos oficialmente, se  vino en picada en régimen militar y se publicó "Nunca Más" para vergüenza mundial.  Días de arena.

Luego vino la democracia y al tiempo, el juicio a la junta y luego los indultos. Los paros y los carapintadas. ¡La mano de Dios, y ganarle a los ingleses! La Tablada y la hiperinflación del 89.  El 1x1 y el efecto Tequila. Cabezas, Yabrán y no los voy a defraudar. El corralito y el cacerolazo. Cromañón y Candela. Y esas ganas de gritar que te devuelvan el país y las esperanzas. Para colmo, River en la B, Independiente con mala racha. Y en medio de eso, levantar la frente en alto y ser. Florecer en pleno desierto. Días de arena.
En el 2001 cuando estalló lo De la Rua, había un comercial con la bandera argentina que decía algo así como: "Mirala y decile que no la querés". El comercial me provocaba: querer en relación a la patria traía, para mí,  temas muy manoseados. Temas con los que venía forcejeando ya por años a cuesta de vivir en un auto exilio, con todos los intercambios -pérdidas, ganancias, préstamos y adopciones-  que eso implica. Temas de nuestra historia. Y digo "nuestra" porque una se puede ir del país, pero el pasado ligado al suelo de la infancia no conoce otro lugar que el alma misma y es allí donde radica, generalmente como recuerdo, como evocación distante pero muy real. Tiende a diluirse, a olvidarse, a desvanecerse. Pero está.  Como los caleidoscopios que vendía  Ta Te Ti, he descubierto que con las vueltas de la vida podemos tomar diferentes formas y ser. Y que hay cuestiones históricas que amplían decisiones, confirman destinos, liberan rumbos y fomentan andanzas. Seguridad, patria, oportunidad, carácter federal, poder, ley, transparencia, terruño, proyecto de país, gobernabilidad, futuro, familia, ideologías, oposición,  comunidad, pasado, economía,  dirigencia, identidad, valores, nacionalidad, lealtad, justicia, corrupción...Puertas o cadenas, los veinte y pico ardían en mis venas y me fui. Días de arena.  Caleidoscopio y crucigrama. Y el arte de florecer en pleno desierto.

"Mirala y decile que no la querés", es una pregunta incompleta, manipuladora. La que fui y soy, no puede reconocer sentimiento patrio en abstracciones fundamentales para el desarrollo y realización del ser humano. La que subscribe, con nombre y apellido, entiende patria en los afectos. Por eso puedo reconciliar tensiones y pertenecer. Por eso voy a cruzarme el continente para verlos en octubre. Porque rehúso a ignorar continuidades que nos hermanan e identifican hiladas por el amor y el azar. Y porque hay algo mágico en el ver y vernos. No de casualidad, la corona final del cristianismo es la promesa a sus fieles de ver cara a cara a Jesús en gloria. Los que secuestran y extorsionan también saben esto, sus amenazas y advertencias casi siempre incluyen el "volver a ver", "ver con vida"  al ser querido. Y para vernos tenemos que ser al menos dos. Por eso voy. 
-¿Y a usted le parece bien, eso, Srta. Chaván? ¡Que las mujeres jueguen al fútbol!-
-Me parece bien, dije, que celebremos la alegría que nos da esta etapa, que festejemos ser estudiantes.
-Ay Chaván, por favor, no me haga reír- Tiene toda la vida para festejar ser estudiante con jueguitos, debería hacerlo de un modo más productivo, más adecuado.
Mentira. No sé vos. Trabajo desde los catorce y jugar de vez en cuando, viene bien. Y por eso también voy. Porque me sobra obligación y me faltan descansos y porque anticipo la alegría de encontrarme conmigo misma -que es encontrame en vos- en la pausa y en la risa, ocasión imperdible para saciar con un minuto de mar, interminables días de arena.

1 comment:

aleca said...

Marce, que cierto y que linda “Tu manera” de decirlo… todos de un modo u otro queremos re-encontrarnos con los otros, y en los otros con esos que alguna vez fuimos, con los que a veces quisiéramos volver a ser por un rato, y con esos que en alguna oportunidad se nos escapa de adentro recordándonos que en definitiva sigue formando parte de lo que somos… Qué bien lo expresaste minutos de mar, creo que esos minutos de mar nos regaran el alma por un tiempo para podamos seguir caminando estos “tiempos de arena” a los que a pesar de todo lo vivido cuesta tanto acostumbrarse. Seguro que este regar el alma nos hará rejuvenecer un poco.
No hallo la hora de verte, de verlos, de verme…
Celebremos la vida y esta hermosa oportunidad que nos da!